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Biografía
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Eugenia
Toledo nació en Temuco,
Chile y se recibió
de Profesora de Castellano
en laUniversidad Catolica,
sede de esa ciudad. Después
deiniciar estudios de Literatura
en Chile viajó a
Seattle, USA, en 1975, donde
hizo estudios de Doctorado
en la Universidad de Washington.
Entre 1985 y 1989 residió
en Santiago, trabajando
como Directora de Extensión
para el Instituto Profesional
de Santiago. Ha publicado
estudios de diversa naturaleza
en muchas revistas, y un
libro publicado en Santiago
de Chile sobre Fray Luis
de León y su poesía.
Actualmente, se dedica al
arte, a la poesía,
y a la difusión de
la cultura Latinoamericana.
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1898
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En 1898,
de acuerdo a los documentos oficiales,
yo no existia. No aparece mi nombre.
Mientras los campos reverberaban
vírgenes en Chile,
abiertos a sus habitantes,
mis antepasados de Europa
arribaron a nuestros primeros puertos
y se convirtieron en colonos.
Recibieron, dice el documento,
tierras y unos pocos animales.
Construyeron casas de madera y corrales.
Los hombres se ocupaban de afuera,
las mujeres, de la cocina y la conserva.
Sus hijos prosperaron en las escuelas,
hablaban dos idiomas,
solian tocar Schumann en la sala.
El pequeño pueblo ni siquiera estaba.
¿Fue pura suerte la mia
que de esta controvertida empresa
no supe nada?
Fue en Pua, alli en el sur lejano,
donde nacio, dicen los certificados,
en un luminoso mes de marzo,
mi madre,
y yo tampoco me entere
de tal suceso.
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VENENIFERA
Nos sentamos para hablar,
frente a frente, ojo a ojo,
mirándonos de una orilla a la otra.
La conversación comenzó en
un ritmo lento,
tomando velocidad con el tiempo,
transformándonos a ambas,
en pura boca brotada.
Originaste la Palabra,
no el vital Verbo,
la palabra cruda y descarnada,
descalabrándome,
con palabrejas,
revelando desde las raices
hasta lo que no se puede decir
sin ir a dar al valle de lágrimas.
Asi siempre te he conocido,
rebrotadora de contenidos
y del árbol de la sabiduría,
desde que saliste conmigo
del paraíso al destierro,
arrastrándote lentamente,
zigzagueando
por los terrenos inservibles
de nuestro mundo; y ahora,
tratando de enroscarte
en el tronco de este poema.
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METALURGIA
Alto horno de cubilote,
guardabas en ti la materia ardiente,
recubierto de ladrillos ocres,
parecías una torre de castillo,
revolviendo mariposas y anillos.
Tu seno se alimentaba de carbón negro,
viejos fierros prendidos, maderos,
jitios y lingotes encendidos.
El aire conoció de tu humo y tus
cenizas.
Las toberas eran tus abiertos ojos,
tu calor oxidado y tu trémula fiereza,
tronando por ellas decías
cuando ibas a parir,
cuando ibas a estallar
como vertical cráter de volcán,
en una sola ráfaga de chispas,
en un sólo arrebato de fulgores fundidos.
E iba cayendo en el crisol,
el material incandescente,
la lava espesa y olorosa.
El colorete y gris arrebolado
corrían por los intersticios secretos
de los moldes y los cuerpos azulados…
hasta que el hombre,
el sabio,
de un golpe de martillo
los separaba
de la tierra escarchada,
los despojaba,
e iba desenterrando,
uno tras otro,
tus innumerables
hijos de sudor,
del hierro y de amor llenos.
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LAZARA
He resucitado.
Soy Lazara. Había muerto.
Estaba envuelta en un calandrajo,
la yerba por debajo crecía,
y yo, ensortijada con la gusanería,
era hueso roido, y hueso aun soy.
Vengo de tierra santa,
de Betania; pero para ser precisa
dire que de cualquier tierra lejana.
Se deshilo mi mortaja,
y salí como una mariposa,
intacta, de su crisálida.
El aliento crucial
me fue dado al albor perfecto,
con mis nuevos nombres, otra vez,
por Adan, el primer hombre:
Amanecer y aurora,
tarde y anochecer,
la puna, la cordillera,
el campo, la cascada,
la roca, el bote el ancla.
Yo soy el advento.
Nadie debe ser culpado por ello.
Sólo miren mis heridas,
¡miren el amor inmenso!
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LA
CANASTA DEL LAVADO
Guardé en una canasta grande
el lavado del cielo azul,
de la noche y de las estrellas.
También tiré adentro
el vuelo calígrafico de las aves,
el aleteo de una paloma silvestre
posada en una sábana blanca,
y el paso de una cuncuna
por una toalla verde.
También, puse dos frutas,
una naranja jugosa
y un damasco aterciopelado,
cuyas fragancias supuse
perfumarían todo lo contenido,
y cuyos sabores…
-- más tarde –
pintarían en mi boca
sabrosos atardeceres.
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CAJITA
DE MUSICA
Cada vez que se acaba la música,
me vuelve el dolor.
Se me agudiza aquí en el corazón,
o se me pone en la boca del estómago.
No puedo ni darme vueltas,
no puedo caminar. Me paraliza.
Se me sube a la garganta,
se me va por los brazos,
pero cuando llega a mi cerebro,
es lo peor, no puedo ni soñar.
Querido,
¿podrías darme cuerda de nuevo?
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