Continuación
de la historia inconclusa
Irma
Cristina Cardona Bustos
Pero en poco tiempo
su amor a Dios se transformó. El hambre no le permitía elevar
más súplicas ni creer en las palabras que escuchaba en la iglesia.
María estaba cansada de rodar día a día por las calles.
El dinero no le alcanzaba para nada. Todas sus esperanzas de alcanzar nuevos
sueños e ilusiones habían muerto, excepto una: encontrar el amor.
Los días pasaban y la tristeza era la única que alcanzaba para
cubrir su desesperanza y su miedo. Jamás volvió a la iglesia.
A veces le hacía falta conversar un poco con Dios. Extrañaba al
hombre que le hablaba de una tierra prometida en la que ya no creía y
estaba segura que jamás conocería... esa quizás era la
tierra de los ricos, de los dueños de las calles y de las avenidas, los
dueños del mundo comprado a través de apellidos. En una mañana
de lunes, en esas que no había nada más que hacer que buscar trabajo,
María se levantó con un poco más de ánimo. Se vistió
con uno de esos lindos y vistosos trajes con algo de escote, y una cinta rosa
en el pelo.Quizás este sea mi día, pensaba. Así que se
puso el chal de la valentía y los zapatos de una nueva esperanza... y
se topó con la suerte a la salida del sucio cuarto en el que vivía
con su prima. Junto a la vereda encontró una monedita, que le alcanzaba
justo para comprarse una taza de café y el diario. Pasó y pasó
hojas de anuncio, notas sin sentido, oficios esperando cualidades que ella nunca
tendría ni podría tener jamás. Sus ojos rodaron hasta el
final de la página hasta que se topó con un anuncio: "Se buscan
corazones solitarios que necesiten norte y sentido". María sintió
que su corazón se le salía... Esta era su única oportunidad.
Quizás allí encontraría compañía a la soledad...
Salió corriendo desesperadamente. El viento levantaba su vestido y lo
poco que se veía a través de su escote , se ondeaba. Llegó
hasta la puerta del lugar pasando el pesado tráfico de las calles y el
polvo que ponía a llorar sus ojos. Tocó tres veces como decía
el anunció. Una puertezuela se abrió lentamente acompañada
con un sonido a viejo y a podrido. Sintió un poco de miedo pero la ansiedad
era aún más fuerte como para devolverse. María mostró
el anuncio al ojo que se veía por la ventanita. La puerta principal se
abrió.
Tuvo que agacharse
un poco para poder pasar. Un gato pasó entre sus piernas, un gato sucio
y mojado. La piel se le puso de gallina.... siguió caminando por un pasillo
estrecho y muy oscuro. Ya no había tiempo para pensar en devolverse porque
la puerta se había cerrado. Al final del pasillo, frente a ella se topó
con tres puertezuelas: una roja, una verde y una azul. Pensó un poco
antes de abrir una de ellas. Decidió tocar la roja: la más parecida
al amor que tanto buscaba. Llamó una vez y no contestó nadie.
llamó dos veces y le respondió en silencio, llamó la tercera
vez y tampoco pasó nada...ya había caminado hasta la otra puerta,
cuando la roja se abrió: Un hombre alto y bien parecido la invitó
a seguir. la habitación como la puerta estaba también pintada
de rojo. Contra la pared había una vieja cama cubierta con una colcha
que ya no se sabía de que color era. Junto a la cama un nochero y hacia
el fondo una mesa con dos sillas con una botella que esperaba ser abierta. El
hombre la tomó por los brazos y la lanzó contra la cama... " hoy
será mi día", pensó María.....
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